Hechos 2:46-47 “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
Marcos 1:17 “Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.”
La iglesia son las personas que se edifican en unidad los unos con los otros, porque tienen un propósito en común y una visión espiritual compartida, y buscan conocer cada vez más de Dios. Se sirven los unos a los otros, alcanzan a los que necesitan a Cristo, y apoyan el liderazgo local que Dios levanta entre ellos.
La Iglesia real es mucho más que ir a una reunión todos los domingos. Por ejemplo, aunque3 quizás, no pensemos en eso a menudo, un árbol saludable necesita tener un despliegue de raíces fuertes que lo nutran. De la misma manera, hemos notado, en el acontecer de la iglesia, que lo que sucede «de manera subterránea» en las células (donde los grupos son reducidos y pueden relacionarse más íntimamente) es de vital importancia. Porque, cuando las relaciones son saludables y fuertes en los grupos de oración que se reúnen de casa en casa, las otras reuniones de la iglesia también están llenas de vida.
1 Pedro 2:5 “vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.”
¿Puede imaginar a un constructor que amontona miles de ladrillos en una gran pila, arrojándolos desordenadamente, y que llame a eso edificio? ¡Eso es ridículo! Para construir un edificio, un arquitecto constructor tiene que tomar cientos y millares de ladrillos y colocarlos estratégicamente uno encima de otro y luego unirlos con mezcla. La mezcla que Dios usa para edificar Su reino es la mezcla de las relaciones. Dios, el ingeniero constructor, lo lleva a usted y me lleva a mí y nos coloca en Su cuerpo, ocupando lugares estratégicos, que se combinan con otros, de modo que cada uno pueda cumplir los propósitos del Señor.
Muchas veces llamamos iglesia a un edificio en la esquina de la calle, pero en realidad la verdadera iglesia es la gente. Alabe a Dios por los edificios que podemos usar para adorarle y donde se nos enseña la Palabra de Dios; sin embargo, nunca confunda el edificio de la iglesia con la verdadera iglesia, el pueblo de Dios.
La Biblia nos llama piedras vivientes. Cada creyente nace y revive a través de la fe en nuestro Señor Jesucristo. El Señor nos edifica en conjunto con otros cristianos en un tipo de casa o comunidad espiritual. “También ustedes son como piedras vivas, con las cuales se está edificando una casa espiritual. De este modo llegan a ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por medio de Jesucristo” (1 Pedro 2:5).
Efesios 4:15-16 “sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.”
Jesucristo vive en Su iglesia, lo que significa que ÉL vive en Su pueblo, en Sus Llamados. Jesús mora dentro de nosotros que somos Su pueblo, somos Su cuerpo. Como cuerpo humano, nuestros hombros y brazos están unidos por articulaciones y ligamentos. Estas articulaciones y ligamentos, espiritualmente hablando, son relaciones en el cuerpo de Cristo.
Los creyentes, unidos y conscientes de que Jesús vive en ellos, pueden proporcionarse, los unos a los otros, el poder y la vida espiritual. Esa es la razón por la que tenemos que estar conectados con otros hermanos y hermanas en el cuerpo de Cristo. Cada uno de nosotros necesitamos que los hermanos y hermanas se ayuden, mutuamente, en el crecimiento espiritual.
1 Corintios 12:18-19 “Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. 19Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?”
El Señor, el mismo que ha creado nuestros cuerpos, nos dice que somos en la iglesia, como un cuerpo espiritual. ¿No está usted agradecido de que su mano este unida a su brazo? Si su brazo estuviera unido a su oreja, ¡eso causaría muchos problemas para su físico! Tenemos que estar integrados adecuadamente para que podamos ser útiles en el cuerpo del Señor.
¿Qué lugar le designo Dios a usted en el cuerpo de Cristo? Hay muchas iglesias maravillosas en todo el mundo hoy en día. La cuestión no es cual iglesia es la mejor. Todas las iglesias tienen fortalezas y debilidades. EI asunto es este: ¿Dónde lo ha situado Dios dentro de ¿Su iglesia? ¿A qué grupo de fieles ha llamado el Señor para que le ministren a usted en esta etapa de su vida?
Encuentre una iglesia con la que se pueda relacionar y luego involúcrese para llegar a la gente. Quizás, el Señor quiera usar su hogar como un lugar donde una célula pueda reunirse y crecer espiritualmente. ¡Abra su casa! Al ser mentor o al discipular a otros para que crezcan en sus vidas cristianas, la Iglesia fructifica.
¡Encuentre su lugar en el cuerpo de Cristo!
Hechos 2:46-47 “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
Marcos 1:17 “Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.”
La iglesia son las personas que se edifican en unidad los unos con los otros, porque tienen un propósito en común y una visión espiritual compartida, y buscan conocer cada vez más de Dios. Se sirven los unos a los otros, alcanzan a los que necesitan a Cristo, y apoyan el liderazgo local que Dios levanta entre ellos.
La Iglesia real es mucho más que ir a una reunión todos los domingos. Por ejemplo, aunque3 quizás, no pensemos en eso a menudo, un árbol saludable necesita tener un despliegue de raíces fuertes que lo nutran. De la misma manera, hemos notado, en el acontecer de la iglesia, que lo que sucede «de manera subterránea» en las células (donde los grupos son reducidos y pueden relacionarse más íntimamente) es de vital importancia. Porque, cuando las relaciones son saludables y fuertes en los grupos de oración que se reúnen de casa en casa, las otras reuniones de la iglesia también están llenas de vida.
1 Pedro 2:5 “vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.”
¿Puede imaginar a un constructor que amontona miles de ladrillos en una gran pila, arrojándolos desordenadamente, y que llame a eso edificio? ¡Eso es ridículo! Para construir un edificio, un arquitecto constructor tiene que tomar cientos y millares de ladrillos y colocarlos estratégicamente uno encima de otro y luego unirlos con mezcla. La mezcla que Dios usa para edificar Su reino es la mezcla de las relaciones. Dios, el ingeniero constructor, lo lleva a usted y me lleva a mí y nos coloca en Su cuerpo, ocupando lugares estratégicos, que se combinan con otros, de modo que cada uno pueda cumplir los propósitos del Señor.
Muchas veces llamamos iglesia a un edificio en la esquina de la calle, pero en realidad la verdadera iglesia es la gente. Alabe a Dios por los edificios que podemos usar para adorarle y donde se nos enseña la Palabra de Dios; sin embargo, nunca confunda el edificio de la iglesia con la verdadera iglesia, el pueblo de Dios.
La Biblia nos llama piedras vivientes. Cada creyente nace y revive a través de la fe en nuestro Señor Jesucristo. El Señor nos edifica en conjunto con otros cristianos en un tipo de casa o comunidad espiritual. “También ustedes son como piedras vivas, con las cuales se está edificando una casa espiritual. De este modo llegan a ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por medio de Jesucristo” (1 Pedro 2:5).
Efesios 4:15-16 “sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.”
Jesucristo vive en Su iglesia, lo que significa que ÉL vive en Su pueblo, en Sus Llamados. Jesús mora dentro de nosotros que somos Su pueblo, somos Su cuerpo. Como cuerpo humano, nuestros hombros y brazos están unidos por articulaciones y ligamentos. Estas articulaciones y ligamentos, espiritualmente hablando, son relaciones en el cuerpo de Cristo.
Los creyentes, unidos y conscientes de que Jesús vive en ellos, pueden proporcionarse, los unos a los otros, el poder y la vida espiritual. Esa es la razón por la que tenemos que estar conectados con otros hermanos y hermanas en el cuerpo de Cristo. Cada uno de nosotros necesitamos que los hermanos y hermanas se ayuden, mutuamente, en el crecimiento espiritual.
1 Corintios 12:18-19 “Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. 19Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?”
El Señor, el mismo que ha creado nuestros cuerpos, nos dice que somos en la iglesia, como un cuerpo espiritual. ¿No está usted agradecido de que su mano este unida a su brazo? Si su brazo estuviera unido a su oreja, ¡eso causaría muchos problemas para su físico! Tenemos que estar integrados adecuadamente para que podamos ser útiles en el cuerpo del Señor.
¿Qué lugar le designo Dios a usted en el cuerpo de Cristo? Hay muchas iglesias maravillosas en todo el mundo hoy en día. La cuestión no es cual iglesia es la mejor. Todas las iglesias tienen fortalezas y debilidades. EI asunto es este: ¿Dónde lo ha situado Dios dentro de ¿Su iglesia? ¿A qué grupo de fieles ha llamado el Señor para que le ministren a usted en esta etapa de su vida?
Encuentre una iglesia con la que se pueda relacionar y luego involúcrese para llegar a la gente. Quizás, el Señor quiera usar su hogar como un lugar donde una célula pueda reunirse y crecer espiritualmente. ¡Abra su casa! Al ser mentor o al discipular a otros para que crezcan en sus vidas cristianas, la Iglesia fructifica.
¡Encuentre su lugar en el cuerpo de Cristo!
Te invitamos a que nos visites el próximo Domingo y experimentes el amor y el poder de Dios a través del calor de una comunidad!